Un paseo por el norte peruano

Máncora, pueblo de pescadores y Piura, hogar de artesanos

Como se suele decir, la fuente número uno de inspiración, suelen ser los viajes…a pocos kilómetros, a tierras lejanas o a la vuelta de la esquina. Y como no sólo de trabajo vive el hombre, sino que su cuerpo y su mente también divagan con otros lares, hoy quiero traerles imágenes y semblanzas de un viaje que compartí con un amigo en mis vacaciones de enero pasado, donde puede tomar algunas fotografías para inspiración - como suele suceder en todos los viajes que emprendo - y que hoy inaugura esta nueva sección en el blog y que tímidamente adelantara en uno de mis primeros posts de enero del 2010. Ver aquí:


Atardecer en las playas de Máncora chico.
Máncora, es un pequeño pueblo con menos de diez mil habitantes, situado en la provincia (estado) de Piura, en la costa norte del Perú. Cuenta con una superficie de 100,19 km2 y se encuentra a más de mil kilómetros de la capital limeña y a escasas dos horas de la frontera con Ecuador. Para llegar hasta allí LAN cuenta con vuelos regulares a Lima y de ahí parten otros a Piura o Tumbes, los pueblos más cercanos. De Piura a Máncora por ejemplo restan 185 Km, que se pueden hacer en taxi, van o similar. El pueblo está surcado de cabo a rabo por la ruta Panamericana que discurre desde Lima y llega hasta Ecuador, a veces a tan sólo 30 metros de la costa. 

Vista del pueblo, desde el faro en la colina.

Atardecer en la playa de "Vichayitos".

En una excursión llegamos también hasta Puerto Pizarro, a tan sólo 15Km. con la frontera con Ecuador y conocimos los manglares – que se disfrutan con la marea baja – donde, dice también la leyenda, fue la puerta de entrada para el conquistador Francisco Pizarro, que le diera nombre al pobladío.


Pelícanos tomando sol y balneario en las dunas en Puerto Pizarro.


Si bien, Máncora, todavía no ha sido desarrollada en su esplendor, conserva la simpleza de los aldeanos, familias de pescadores. Se han aprovechado sí, la parte sur con sus extensas playas paradisíacas que reciben a turistas curiosos y deseosos de largas caminatas al clamor de las olas y pájaros. 

Las playas de Máncora chico (al norte).

Hacia el sur.

Un día de largas caminatas.

"Las Pocitas" es la más conocida –llamada así porque cuando la marea se retira, deja al descubierto pequeñas pozas (piletas) en las rocas que forman un paisaje inigualable-, Vichayitos y Los Órganos.


Un alto en el día para almorzar un rico sandwich con limonada con el toque de granadina.

Me llamaba mucho al atención al estética y el colorido de los carteles con bandas locales. Recién ahora los empiezo a ver en Buenos Aires.

Más hacia el norte todavía siguen siendo inhóspitas y peligrosas para los turistas. Todas forman parte de Máncora norte. Máncora chico es donde nos alojamos nosotros en un hermoso y mediterráneo hostel, sobre la playa.


Imágenes del hostel muy mediterráneo y del faro.

Su temperatura fluctúa entre los 22° y los 28° grados todo el tiempo, con pocos milímetros de lluvias anuales. Sin grandes distinciones entre el día y la noche y menos aún entre el verano y el invierno, es el destino preferido de los limeños con gran poder adquisitivo y de muchos turistas: chilenos, brasileros e ingleses que hacen un alto luego de conocer y explorar la fortaleza de Machu Pichu, Lima y todo el Cuzco y quieren disfrutar de las olas, paraíso también de los surfistas. Es común cruzarlos por las noches en las rondas de bares saboreando los riquísimos piscos o maracujás sours.



Cuentan que en Máncora se pescó el atún más grande del mundo – su exquisita pesca diaria hace las delicias de los sibaritas- y se degustan en los miles de puestos de calle y en los pequeños restós – algunos con mucho estilo y pocos recursos- hasta de argentinos y de variadas culturas: nikkëi (mezcla oriental y peruana), oriental propiamente dicha, árabe, parrilladas, etc. Rescato su extrema variedad de peces que degustamos en cuantiosos ceviches, tiraditos, sudados y la causa peruana. Una delicia, se los recomiendo para los que aún no han probado las exquisita cocina de este tipo: Sipan, Paru, Ceviche, Astrid & Gastón, Bardot, son de los mejores restós de Buenos Aires.

Todos los sentidos alertas en sus mercados durante el dia.

La materia prima más fresca para la exquisita comida peruana.

Yendo hacia el mercado me encontré con esta hermosa situación y quise fotografiarla. Gallos en exposición para su venta.

Dicen también que sus bellos y desolados parajes sirvieron de inspiración para que Ernest Hemingway escribiera su célebre novela “El viejo y el mar” (The Old Man and the Sea - Editorial Charles Scribner's Sons, 1952).
Conociendo mi afán por las cosas bellas, el diseño y demás cuestiones, no pude dejar de buscar e investigar lugares con mucha onda o imágenes que me llamaran poderosamente la atención. Traté de registrar todo con mi cámara: momentos, sensaciones y lugares, que son los que nos quedan impregnados en la retina.
Yendo hacia el sur, se encuentran las posadas y hoteles con más comodidades y diseños del lugar. Me llamaron mucho la atención dos de ellos: D-Co, de arquitectura noble y despojada, decoraba las estancias que miraban a la playa con las sillas Panton en primer plano (Verner Panton – Vitra, 1967), camastros, gazebos y demás objetos.

Posada D-Co.



MMH, Máncora Marina Beach, con una hermosa piscina con desborde infinito, que sólo se advierte desde la colina por ejemplo.
Casi toda la construcción del lugar se basa en la utilización de recursos renovables de la zona: hojas de palma (para techar quinchos, sombrillas y palopas), cañas de bambú (con que arman paneles trenzados y utilizan como revestimientos o separación), troncos de palmera, etc.

Una construcción que tiene algo de mexicano. Cactus, madera, palmas, pirámides, etc.


Forma de utilizar las hojas de palma y cañas en su construcción.

La artesanía de los lugareños no está tan desarrollada, pero sí las de otras zonas en el interior del estado. Las pocas expresiones que encontramos provenían de Catacaos. La base de la economía del pueblo se debe a su excelsa alfarería, cerámicas, el tallado de la madera, los tejidos con fibras naturales y el repujado de la pata y el oro con sus hermosas filigranas. Hacia allí fuimos el día antes de partir. Compramos varios regalos y yo me traje una antigüedad. Una hermosa corona de cobre, repujada en plata que decoraba las cabezas de los santos en los retablos de antaño.

Las artesanías de Catacaos.

Calle peatonal de Catacaos donde se suceden miles de puestos de artesanías.

Exterior e interior de la catedral de Catacaos, hermosamente cuidada.

Un día antes de partir, nos alojamos en Piura, cerca de la Plaza de Armas y al otro día pudimos recorrer sus calles y el centro.




Espero los haya inspirado tanto como a mí este viaje a tierras desconocidas y que piensen e investiguen antes de visitar lugares ignotos ya que les pueden deparar bellas sorpresas. Paspando moscas (como dicen en el interior) en el aeropuerto de Lima, me sorprendieron y me hurtaron el bolso de mi amigo que estaba a mi cuidado. Cosas que suceden. No hagan como yo. Tengan cuatro ojos siempre encima de las cosas en estos lugares de alto tránsito de gente.

Fuentes: http://www.mancora.com/, http://www.regionpiura.gob.pe/, http://www.peru.info/

Un beso grande a todos,
Laureano

2 comentarios

  1. Hola,sisi mi hna estuvo hace tres semanas atras,mucho no le gusto por que vino desde Montañitas(Ecuador)y al comparar los precios y los paisajes se quedo con el primer destino,tengo varias versiones,algunos compañeros de trabajo vinieron muy a gusto con Máncora!!
    muy buenas fotos..
    besos

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  2. Hola Mushas, cómo estás?...yo no llegué a Montañitas...era otra parte de la travesía...ja pero me dijeron que es mucho más lindo.
    Lau

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